sábado, 5 de mayo de 2012

Síntomas de la ansiedad


 Las manifestaciones clínicas son variables dependiendo del trastorno de ansiedad del que se trate.
  • El trastorno por angustia se caracteriza por ataques recurrentes e inesperados de crisis de angustia (panic attacks). Una crisis de angustia es un episodio repentino de intenso miedo o malestar, acompañado de al menos cuatro de los siguientes síntomas: palpitaciones o taquicardia (ritmo cardíaco acelerado), disnea (falta de aliento) o sensación de ahogo, miedo a morir, mareo o sensación de inestabilidad o sensación de pérdida de conciencia, temblor o sacudidas musculares, dolor o molestias precordiales, sudoración, escalofríos, náuseas o molestias abdominales, parestesias (hormigueos o tumefacción), miedo a volverse loco o a perder el control, sofocación, desrealización (sentimiento de irrealidad) o despersonalización (sentimiento de separación de uno mismo). Los síntomas alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 minutos y el cuadro tienen una duración limitada y breve (generalmente entre 15 y 30 minutos). Al menos alguno de estos episodios aparece de forma inesperada, aunque en otras ocasiones pueden aparecer en relación con alguna situación determinada que a los pacientes les produzca estrés o miedo. Los ataques van seguidos, durante al menos un mes, de preocupaciones persistentes por la posibilidad de padecer nuevas crisis y por sus complicaciones y consecuencias, o bien por un cambio significativo del comportamiento en relación con las crisis. Este hecho hace que algunos pacientes desarrollen ansiedad anticipatoria (miedo a que la crisis se repita).



  • El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por una preocupación persistente, excesiva, que aparece la mayor parte de los días durante un período de al menos 6 meses, en relación con ciertas actividades o acontecimientos. Esta preocupación se asocia a tres o más de los siguientes síntomas: inquietud o sensación de estar atrapado o al límite, fatigabilidad excesiva, dificultad para concentrarse o bien la mente se queda en blanco, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño (dificultad para dormir o para mantenerse dormido, sueño inquieto no reparador).

  • La agorafobia es el miedo a encontrarse en lugares o ante situaciones de las que puede resultar difícil escapar, o en las que no es fácil conseguir ayuda si la persona se siente súbitamente incapacitada. Como consecuencia, el individuo desarrolla una conducta de evitación hacia esas circunstancias que le parecen amenazantes. El temor disminuye si se va acompañado de una persona de confianza. Las situaciones agorafóbicas típicas incluyen: estar solo y lejos del hogar, estar entre una multitud (haciendo cola, en un teatro, restaurante, en el metro...), estar sobre un puente, etc. La mayoría de los pacientes con este problema presenta crisis de angustia, las cuales provocan una ansiedad flotante que acaba cristalizando en un síndrome agorafóbico; pero en otras ocasiones, estas personas no tienen historia de ataques de pánico aunque si presentan miedo a síntomas que pudieran ser incapacitantes o embarazosos, como por ejemplo mareos o diarrea.


  • Los cuadros fóbicos se caracterizan por miedo intenso y persistente a situaciones o determinados objetos, de modo que en esas circunstancias el sujeto sufre una reacción de ansiedad inmediata. El individuo reconoce que su temor es excesivo, desproporcionado e inmotivado. Se pueden distinguir entre fobias simples y fobia social.      
    • Las fobias simples más frecuentes son las zoofobias (miedo a determinados animales),               la hematofobia (miedo a la sangre) y la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados). 
    • La fobia social es el miedo a ser observados y evaluados por terceras personas, el temor a encontrarse en situaciones en las que se podría hacer el ridículo. La más frecuente es el miedo a hablar en público. Otros ejemplos son: el temor a usar los urinarios públicos, a conocer extraños, a comer en público, etc.

  • El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por pensamientos obsesivos y comportamientos compulsivos que conducen a pérdidas de tiempo significativas o producen un marcado malestar o a un deterioro de la actividad cotidiana. Las obsesiones son pensamientos o ideas recurrentes y persistentes que el individuo interpreta como inapropiadas y fuera de su control aunque las reconoce como propias; le causan un profundo malestar y muchas veces intenta ignorarlas, evitarlas o neutralizarlas con otras ideas o actividades (compulsiones). Ejemplo de ellas son: pensamientos de contaminación (infectarse al tocar a otras personas), ideas repetidas de violencia, dudas, etc. Las compulsiones son conductas repetitivas (lavado constante de las manos, comprobaciones reiteradas de si se ha cerrado bien una puerta, recuentos...) que el individuo se siente obligado a hacer en respuesta a una obsesión o a ciertas normas que debe seguir estrictamente. Su objetivo es prevenir o aliviar la ansiedad o algún acontecimiento negativo, pero no proporcionan placer o gratificación.



  • En el trastorno por estrés los síntomas aparecen tras una experiencia extremadamente traumática que produce intenso miedo y sentimiento de desamparo (por ejemplo, bombardeos, terremotos, tortura, violaciones...). La reacción puede producirse poco después del suceso (trastorno agudo por estrés, que dura menos de 4 semanas) o bien, de forma más tardía y en forma de episodios recidivantes (trastorno por estrés postraumático o TEPT). El TEPT puede ser agudo (si dura entre 1 y tres meses), crónico (de más de tres meses de duración) o demorado (se inicia 6 meses después del acontecimiento traumático). Los pacientes reexperimentan el suceso (tienen pesadillas, recuerdos recurrentes e invasores, malestar psicológico ante todo lo relacionado con el acontecimiento y sensación de que volverá a pasar de nuevo), presentan un nivel de alerta (arousal) aumentado (insomnio, irritabilidad...) y como consecuencia de todo ello desarrollan conductas de evitación con restricción a la hora de expresar sus emociones y distanciamiento de las demás personas. Además, el individuo puede no recordar aspectos concretos del suceso traumático (amnesia psicógena).


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